De acuerdo con el CONEVAL, entre el 2008 y 2010 el número de pobres aumentó en el país, al pasar de 48.8 millones a 52 millones de mexicanos. Según el informe, el mismo Concejo de 2012 de la evaluación de la política de desarrollo social 3.2 millones de mexicanos ingresaron a la pobreza, debido al encarecimiento de los alimentos y a que el ingreso real en las familias mexicanas se redujo. Un problema de incremento de precios y de deterioro del ingreso de las familias trabajadoras provocó que la pobreza en el país aumentara aún y cuando la cobertura de servicios de salud, educación y vivienda se incrementaran.
¿Qué le pasó a la pobreza? La respuesta es doble, la cobertura de servicios básicos sin duda creció, los programas sociales se incrementaron, pero lo malo fue que en el sexenio anterior el poder adquisitivo de la población se redujo por un incremento inusitado e importante de los precios internacionales de los alimentos. Peña Nieto recibió un país más desigual en donde un décimo de la población más rica gana 25 veces más que un décimo de la población más pobre. Y como ya existe cobertura de salud y mayoritariamente de educación básica, el reto de la nueva administración federal es lograr que estos servicios sean de calidad. Importante también mencionar la necesidad de que el poder adquisitivo de los mexicanos aumente y que exista mayor transparencia en el manejo de los recursos.
Pero vayamos ahora a los datos anunciados por la CONEVAL este 29 de julio de 2013 sobre la magnitud de la pobreza en México:
a).- 11.5 millones de personas en condición de pobreza extrema: con ingreso menor a la “línea de bienestar mínimo” (urbano,mil 125 pesos; rural, 800 pesos) y al menos tres carencias sociales;
b).- 41.8 millones en pobreza moderada: con un ingreso menor a la “línea de bienestar” (urbano, 2 mil 329 pesos; rural, mil 490) y al menos una carencia social;
c).- 7.2 millones de no pobres pero “vulnerables por ingreso”: ingreso menor a “línea de bienestar”, aunque sin carencias;
d).- 33.5 millones “vulnerables por carencia social”: ingreso por encima de la “línea de bienestar”, pero con casi dos carencias (1.8 promedio).
De tal suerte que la pobreza sólo por ingreso asciende a 84 millones de pobres, pero los datos de la CONEVAL son irrefutables y muestran crudamente la realidad sobre la pobreza que debemos los mexicanos enfrentar:
a).- 53.3 millones de mexicanos en situación de pobreza (45.5 por ciento de la población total); de los cuales 11.5 millones se ubican en pobreza extrema y 41.8 millones en pobreza moderada;
b).- Lo que representa una reducción de la población en condición de pobreza en comparación con el 2010: pasa de 46.1 por ciento a 45.5 por ciento; en tanto que la población en pobreza extrema registra un caída mayor: de 11.3 por ciento a 9.8 por ciento;
c).- Resultado parcial en números redondos: 1.5 millones de personas abandona la pobreza extrema, pero la moderada suma 2 millones más (en el 2010 eran 39.8 millones);
d).- Balance total en una sola cifra: aumento de 1 por ciento de la población pobre (500 mil personas más) entre el 2010 y 2012.
Los datos son muy claros, aproximadamente 94 millones de personas están en situación precaria o vulnerable, que equivalen a más del 80 por ciento de una población total de 117.3 millones de habitantes. El factor más impactado para medir la pobreza corresponde al “ingreso corriente per cápita”: Una población con un ingreso inferior a la línea de bienestar: 60.6 millones de personas, 5.9 millones más que en 2008; un incremento de 10.8 por ciento; y con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo: 23.5 millones de personas, 4.8 millones más que 2008; un incremento de 25.8 por ciento. Estas cifras son de gran preocupación.
Aunque la política social la podemos calificar de insuficiente y los programas sociales de asistencialistas,hay que reconocer por una parte que por ellos se mejoró la calidad de vida de varios millones de mexicanos, pero por otra que tales programas resultan del todo insuficientes para romper el círculo de la pobreza y sus expresiones extremas. Por ello, mientras la conducción de la economía no modifique el paradigma de la marginación y la desigualdad con tasas de crecimiento sostenido, generación de empleos formales y bien remunerados, recuperación del poder adquisitivo de los salarios, ampliación de la oferta de créditos y multiplicación de inversiones productiva este problema no tiene solución.