Por Salvador Hernández Vélez
Desde la mitad del sexenio de Carlos Salinas de Gortari se habla en México de las “reformas estructurales”. Posteriormente, únicamente se comenta sobre las reformas de esa administración federal, entre ellas la implementada al Artículo 27 constitucional y el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, las cuales generaron grandes expectativas de desarrollo para el País.
Y otras reformas se siguieron añorando, pues México sólo ha podido crecer un 2.4 por ciento en los últimos 30 años, según lo reconoce el propio secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Luego, en los siguientes sexenios, el de Ernesto Zedillo y los dos de Presidentes emanados de Acción
Nacional, Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa, se ha hablado hasta el hartazgo de las reformas estructurales pendientes.
En los últimos tres sexenios las aludidas reformas quedaron en pausa. Luego, las cosas se empantanaron más con el sexenio del combate a la delincuencia organizada.
El sexenio de Calderón fue de las reformas judiciales, aunque éstas no se contemplaban entre las estructurales.
El combate al crimen organizado, y por qué no decirlo, también al “desorganizado”, exhibió delitos que eran impensables, por lo que fue necesario modificar desde la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos hasta elaborar nuevas leyes que permitieran combatir a los delincuentes.
Los recursos canalizados a esta guerra contra la delincuencia son incalculables, porque no sólo son los provenientes del Gobierno, sino también los que han tenido que pagar miles de ciudadanos para defenderse de la delincuencia.
El lunes pasado el presidente Enrique Peña Nieto dio su Primer Informe de Gobierno. En él nos habló de acciones de su administración para combatir la inseguridad. También se refirió a los avances que ha tenido en el cambio de estrategia al crimen organizado, luego pasó a hablar de lo social y, por tanto, de la gran Cruzada Contra el Hambre.
En el tema de la Reforma Educativa en este rubro, en particular nos habló de la nueva Ley del Servicio Profesional Docente, que la Cámara de Diputados votó en su primer día de sesiones de este periodo legislativo, iniciado el1 de septiembre.
Referente a lo económico, habló de la necesidad de democratizar la productividad para que las grandes, medianas y pequeñas empresas se fortalezcan y puedan competir en el mercado global, formando cadenas de valor. Finalmente, trató el tema de la responsabilidad global de nuestro País.
También anunció que en los siguientes 120 días que restan a este año, se complementarán las grandes reformas y, por tanto, este 2013 será el “año de las transformaciones”. La Cámara de Diputados, en lo que falta del año, tendrá que sacar adelante las reformas Energética y Hacendaria. Ya al principio del sexenio se votó la Reforma Laboral que al final mandó Calderón al Congreso.
Sin duda una gran reforma pendiente es la Reforma del Poder. La pérdida del PRI de la mayoría legislativa en 1997, y la llegada del PAN a Los Pinos en el 2000, determinó sin duda la necesidad de contar con un marco normativo que se corresponda a la nueva realidad política que vive el País.
Sigue pendiente si debemos seguir manteniendo un régimen presidencialista o no. La Reforma del Poder sigue pendiente. La alternancia también generó cotos de poder en los estados, que reprodujeron en lo local las prácticas del viejo régimen. Lo que exige, por tanto, un nuevo rediseño institucional del poder en nuestro País.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de presentar el libro “El municipio es una creación del Estado y el ayuntamiento una especie de gobierno parlamentario”, a invitación de su autor, Jesús Ricardo Cisneros Hernández.
En su libro, Cisneros nos recuerda que la República Mexicana está compuesta de Estados libres y soberanos y que los Gobiernos Federal y Estatales se dividen para su ejercicio en tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, pero que en el caso del ayuntamiento, “…como fórmula de gobierno municipal, no comparte los principios de identidad, unidad y coherencia por el contrario es radicalmente distinto a los gobiernos federal y estatal”, pues el ayuntamiento “…concentra o reúne en sí mismo las facultades legislativa, administrativa y jurisdiccional”, haciendo de este una especie de gobierno parlamentario, ¿será esto la base del nuevo régimen que demanda el País? Este es uno de los temas de la Reforma del Poder que sigue pendiente.