Por Astor Ledezma
El primero de Julio pasado sucedió lo que muchos (incluso militantes del PRD) ya esperaban.
Pero hubo quienes desconfiaron de todas las encuestas, de toda información emitida por instituciones ajenas a su partido, y votaron convencidos de que AMLO ganaría por un margen muy amplio.
Por eso cuando vieron la derrota de Andrés Manuel, entraron en la etapa de negación; para ellos era imposible que su candidato perdiera, y sin dudarlo culparon al IFE, a Televisa y a los ciudadanos pendejos de armar un nuevo fraude.
De López Obrador no hay mucho que hablar. Sabemos de antemano que no cree en la democracia cuando no le beneficia, que a pesar de firmar el pacto de civilidad donde aceptaría el dictamen del IFE, no lo acataría, y aunque se haga un recuento voto por voto, casilla por casilla, y se confirma su derrota, él seguirá empecinado en que se trata de una estafa.
Llama la atención, más bien, el perfil de muchos de sus seguidores.
Han idealizado a su líder al grado de concebirlo como un ser incuestionable. La responsabilidad de su derrota no recae, según ellos, en su persona o en su partido. La responsabilidad es de los otros, los vendidos, los pendejos. Si AMLO perdió no fue por las fallas de su campaña, por lo reaccionario de su discurso, por su proyecto populista o por la desconfianza generada desde el sexenio pasado. No; fue por la gente que no pudo confiar en su proyecto de nación, por que México es un país de ignorantes educados apenas por la televisión. Todo esto lo alegan hasta el cansancio la gente que votó por él y jóvenes que integran el #YoSoy132 que marchan y que pintan las paredes y los puentes.
Me pregunto cual será su propuesta, si impedir que las personas de bajos recursos voten (para que no los vayan a tentar con una despensa) o que la gente “ignorante” o “pendeja” se abstenga de participar en las elecciones.
Me pregunto también si cada uno de ellos se ocupó en difundir las propuestas de su partido, en lugar de divulgar insultos hacia los demás candidatos.
Si estaban conscientes que, al emitir su voto, estaban avalando el sistema que ahora condenan.
Los integrantes del partido (que al parecer apoyan la impugnación) están a tiempo de deslindarse de las posibles reacciones posteriores de AMLO, de adoptar una verdadera postura de izquierda y respetar las instituciones mexicanas. Marcelo Ebrard tomó una decisión acertada al no pelear su postulación para estas elecciones; sabía que sería difícil competir contra el candidato del PRI, y por lo tanto prefirió mandar por delante a López Obrador. Pero si quiere postularse para el próximo sexenio, es momento de marcar la distancia.
Es momento también de analizar las razones de la derrota de la izquierda; reconocer los yerros y dejar de culpar a los demás.
Sabemos que AMLO no puede cambiar; trató de adoptar la figura amorosa pero no le duró mucho tiempo. Pero el PRD no es solo una persona. Son sus militantes quienes deben cambiar su estrategia, serenar sus emociones, y demostrar que son un partido respetuoso que busca cambiar al país por la vía legal, y no por la fuerza de sus huestes.
No toda la culpa es de AMLO; es también de los simpatizantes que hicieron del insulto y la agresión su bandera de campaña.
@ledezma_astor