Colaboración ciudadana.- A nadie le es ajeno que Humberto Moreira Valdés hizo trabajo incansable para llegar a la posición que logró en su partido como dirigente nacional. Un joven inquieto, normalista, quien desde abajo escaló sitios insospechados para muchos en la política y la actividad gubernamental. Esa personalidad y esfuerzo le dio el mote del hijo del pueblo.
Es aquél bailarín de colombiano que las señoras de barrio idolatraron por años, mientras que para algunos su personalidad resultaba exagerada.
El hijo del pueblo, -si no se acuerdan quienes hoy se mantienen en silencio-, es un joven que vivió en una colonia popular, como millones de nosotros, que se rebeló ante la inconformidad y la injusticia escolar que lo convirtió en ese entonces en líder de grupos estudiantiles.
Luego vino su carrera política en el PRI, pasó por el Conafe, en donde también se enfrentó a situaciones adversas, llegó a la SEP estatal y luego ganó la alcaldía de Saltillo, hasta ese momento la mayor votación obtenida por ese partido.
A pesar de que en el inicio de su gestión como alcalde, personajes religiosos lo criticaron fuertemente, específicamente el obispo Raúl Vera López, muy a pesar del prelado ambos llevan consigo una similitud muy evidente, atienden por horas a la gente, saludan de mano a cada persona que se acerca para pedirles apoyo, y aunque fueran cientos de ciudadanos permanecen hasta escuchar la última petición.
Para la prensa resultaban agotadores los eventos que como alcalde o gobernador encabezaba y se extendían por horas; cada reportero sabía que aunque llegara tarde, Moreira atendería a todo el que quisiera entrevistarlo sin importar la exclusividad ni interés de nadie.
A reporteros les reveló secretos, les compartió anécdotas, parte de las mieles del poder.
Apoyo amigos y enemigos, sin importar si pertenecieron a un medio de comunicación que lo señaló por años, o a un partido político opositor. Respaldó y acogió a quienes en algún momento cayeron y la pasaron mal, es innegable que todos alcanzaron del mismo pastel.
Es “el profe”, ese muchacho, ese político aguerrido, dicharachero, alegre, bailador y carismático, al que algunos no le aguantaban el paso.
Señoras, niños, jóvenes, priístas, perredistas y hasta algunos panistas lo seguían a donde fuera, todos estaban contentos de ser tomados en cuenta, aquellas mujeres de colonias, no en todos los casos lideresas, estaban conformes de ser atendidos, pero sobre todo beneficiados.
Repartió regalos, apoyos, soluciones, hasta un rato de plática y conversación con quienes querían estar cerca de su gobernante, algo que desde hace tiempo no se veía, pues quienes le antecedieron por su perfil serio y desencajado estaban resguardados siempre por guardias que impedían al “pueblo” acercarse siquiera para saludarlos.
Dejó triunfos y victorias arrasadoras en su paso por Coahuila y la dirigencia nacional, logró unidad y declinaciones que nadie hubiera pensado podrían lograrse, pero hoy en lo que los panistas llaman su caída, son los propios tricolores quienes le dan la espalda
¿Dónde están las lideresas a quiénes regularizó tierras, grupos de estudiantes en donde fue padrino, priístas a quienes hizo diputados, senadores, regidores?, y sobre todo, ¿dónde están los funcionarios de su gabinete quienes le juraron fidelidad y hoy permanecen en silencio?
Ese joven del pueblo, logró el sueño de muchos, todos sabemos que no viene de una familia de ricos, que antes de ser Gobernador de Coahuila no tenía autos último modelo, enormes casas, no es de una familia acomodada como Enrique Martínez, Manuel López, o como Guillermo Anaya y Ernesto Cordero, sólo por mencionar algunos. Pero por ello, tras años de esfuerzo ¿no tenía derecho a obtenerlo? ¿Era el único obligado a seguir como un joven de barrio, sin lujos ni comodidades como el resto?
¿Qué no esos tricolores, lideresas, y la propia ciudadanía se enriqueció junto con él con la entrega de apoyos, becas, y el derroche que hizo? Nadie niega que fue un derrochador empedernido, todos fuimos testigos de ello, porque regalaba un carro de hot dog a un anciano o unas medicinas a los enfermos, eso si ahondamos en cada entrega que hizo sin pedir factura.
¿Dónde están los miles y cientos de retwits que los tricolores cibernautas hacen a cada acto político que se realizaba cuando era alguien importante?
A sólo unas horas de su renuncia, la pregunta es ¿dónde está el respaldo?, es innegable que existe en Coahuila una deuda y que se requieren explicaciones, pero los beneficiados que son miles de coahuilenses a quienes jamás se les pidió factura de algún apoyo ¿están dispuestos a regresar al menos en una palabra de apoyo lo que les dio? ¿Los diputados y regidores en quienes se gastó dinero para campaña están dispuestos también a ello?
Hoy pregunto ¿en dónde quedaron los miles y miles de simpatizantes priistas que rindieron tributo a Humberto Moreira en su toma de protesta aquel glorioso 4 de marzo en Querétaro?, Las batucadas no se escuchan, no se ven los dirigentes seccionales postrados en las calles a manifestar su apoyo. ¿Ya no tienen memoria?, ¿Dónde está la unidad del partido?
¿Dónde está el priísmo nacional?, ¿dónde está el priísmo coahuilense? Las redes sociales están saturadas de comentarios negativos pero hace solo unas semanas estaban llenas de aduladores. Desafortunadamente y en una muestra de conveniencia pura, están gritando en silencio “Ha muerto el rey ¡Que viva el Rey!”.
*UNIMEDIOS NO ESTA A FAVOR NI EN CONTRA DE INSTITUCIONES O PARTIDOS POLÌTICOS, ABRIMOS LOS ESPACIOS PARA QUE TODAS LAS VOCES SEAN ESCUCHADAS.
COMPARTIMOS ESTA COLABORACIÓN CIUDADANA QUE SE NOS HIZO LLEGAR, PARA QUE EL LECTOR JUZGUE A SU PROPIO PARECER.