UNIMEDIOS/ JESÚS HERMOSILLO.- Temprano y con el mejor ánimo de escuchar de la máxima autoridad del estado, cientos de saltillenses se congregaron en la plaza de armas para escuchar el mensaje navideño. De paso serían testigos del simbólico encendido del árbol que representa la época más hermosa del año.
A las siete era la cita, pero nadie les dijo a las entusiasmadas familias que también serían testigos del ensamblaje del pino gigante. Las maniobras advertían a los encargados de la obra que el tiempo se les había venido encima y que la desesperación de los invitados tenía un límite.
Con falsas esferas gigantes se estableció una valla, para acordonar a los asistentes, mientras la ingeniería hacía una labor a marchas forzadas, el pino y el destino les jugaban malas pasadas a cada segundo de retraso.
De pronto, la algarabía se escuchó y las miradas se dirigieron hacia el balcón principal del Palacio de Gobierno. El gobernador Rubén Moreira Valdez y su esposa Carolina Viggiano saludaban a la ciudadanía, pero éstos también serían enseguida testigos de las maniobras que prolongaban el ansiado momento y sus miradas ponían más nerviosos a quienes tenían esa encomienda.
Una hora y media después era ensamblada la última pieza, el pino tenía forma, pero lo peor estaba por venir… el adorno de las luces navideñas estaba incompleta y la ingeniería tenía ante sí otra misión casi imposible. La comunicación empezó a fluir con gestos de desacuerdo de abajo del árbol y quienes llevan la logística, las autoridades estaban a la espera de la cuenta regresiva en un templete adornado todo de motivos navideños y un enorme botón sería el “generador” del encendido navideño.
“Que toque la banda”, surgían las desesperadas voces del interior del pino, que lucía a sus pies una de las enormes grúas industriales que se quedó sin funcionar, una de ellas pudo retirarse a tiempo, la más grande quedó atravesad a todo lo largo con el brazo extendido en forma horizontal, como dividiendo a los asistentes.
Las palabras de reproche y disgusto trataban de ser simuladas, pero las miradas estaban enfocadas a las maniobras, y los asistentes iniciaron a silbar al notar que algo malo estaba pasando, era fácil advertirlo, era mucha la espera y algunas familias optaron por la retirada.
“Ya mero, ahí la llevamos, sólo falta otra extensión, un generador extra”. Y los encargados de la logística iban y venían del interior del árbol hacia el templete para recibir “instrucciones” de mal tono. Al grado tal, era la desesperación que de tanto transitar por el mismo sitio uno de los encargados de hacer encender el árbol no advirtió la cercanía de la pequeña valla que ahí existe y tropezó antes de llegar al árbol y se incorporó como resorte para evitar ser parte del espectáculo, se suponía era navideño.
La banda seguía tocando, el repertorio a punto de terminar y optaron por otra idea inmediata, que calmara los ánimos de los asistentes. “Ahí viene ya Santa Clos”, arengaba el maestro de ceremonias y minutos después hizo su arribo el personaje clásico de la navidad, pero el Gobernador seguía aguardando por cuenta regresiva para oprimir el falso botón que encendería la iluminación del árbol.
De pronto, como por arte de magia, el árbol se encendió sin orden, sin el “generador” y los aplausos borraron todo intento de reproche, la misión estaba cumplida y de esta forma se dio el “accidentado” pero muy tardado encendido navideño, un mensaje breve y la misión había sido cumplida, mientras la banda seguía tocando, esta vez la Infantil del DIF-Saltillo.
Así fue como se dio el encendido del árbol de la navidad en la Plaza de Armas, que fue el resultado de una misión imposible. No había árbol completo, no tenía el alumbrado y para colmo, se quedó sin funcionar una de las grúas cual si fuera un adorno del árbol del que se desprendieron varias esferas.