POR NILDA TREVIÑO
UNIMEDIOS/ SABINAS, COAHUILA.- El dolor de perder a un ser querido jamás termina y así lo reflejan las lágrimas de las viudas, hijos y familiares de los mineros que han muerto en pocitos y otros desarrollo mineros.
Ayer 5 de mayo se cumplió el segundo aniversario luctuoso de la tragedia registrada en el pocito 3, propiedad de la empresa Beneficios Internacionales.
Allí en el exterior del ejido agujita, donde se encontraba operando el pocito de carbón se pueden observar las 14 cruces, que simbolizan esta tragedia, que no es diferente a otras ocurridas en otros desarrollos mineros.
Las señoras Rosalinda Madrigal, esposa del minero Juan Ángel Sifuentes habla entre lágrimas, de cómo ha podido sobrevivir a la pérdida de su ser amado.
“Con la pensión de mi esposo sobrevivimos, pero si yo pudiera escoger, si la vida me lo permitiera, yo pediría que mi marido estuviera con nosotros, es muy difícil para mí, el sacar adelante a los hijos, trabajar, para que no dejen la escuela”
Esta tragedia minera es sinónimo de lo mismo: la inseguridad y la mortal presencia del gas grisú que sobrepasa la poca o mucha calidad laboral, en la que se encuentren los trabajadores.
Precisamente este fluido sigue cobrando vidas en los pocitos, minas, tajos mineros, sin que se pueda avanzar en materia legislativa para poder sacarlo de estos lugares y obtener algún provecho industrial.
Mientras tanto, las viudas de los mineros, se ven obligadas a realizar milagros, para poder sacar adelante a sus hijos, luchar para que no dejen los estudios, buscar becas, hacer de todo como dijeron las señoras Laura Sifuentes y Alejandra, para poder subsistir.
Tragedias como la registrada en el pocito de Binsa es corta, pero el dolor de sus viudas seguirá con el paso de los años…esa pérdida jamás termina.