Recuerdo el momento en que tuve en mis manos el primer ejemplar de mi libro «El milagro y la sonrisa» de la editorial Amonite y producido por un maravilloso equipo de personas comandado por Quitzé Fernández.

Era mediados de marzo del 2022, y aunque suene trillada la frase, ese momento no lo olvidaré. Le quité el plástico que lo protege y lo hojee sin dejar de percibir el aroma a libro nuevo.

Contemplé cada una de las ilustraciones y de pronto recordé meses atrás haciendo las correcciones al texto antes de entregar el borrador final. Estaba entrando a la fase final del escrito y sin quererlo, también se acercaba el fin de la relación con mi pareja en aquel entonces.
Me aferré al libro lo más que pude. Así como cuando un niño pequeño se aferra a la falda de su madre cuando tiene miedo.

En una de las presentaciones que tuvimos en Torreón me preguntaron qué había sido lo que más había disfrutado en todo el proceso.

Pensé en tantas cosas, pero lo que más me ha dejado contenta más no satisfecha porque aún falta más, era concluir el sueño de años atrás del libro, el continuar con la difusión del síndrome de Moebius y aprender más sobre temas de inclusión.

Pero lo que no dije es que este libro me dio la fuerza para afrontar el inicio de lo que vendría tras la ruptura con mi pareja con quien llevaba un año compartiendo mi espacio, el amor «pandémico» se terminaba, pero a la vez me preparaba para dar a luz al «milagro y la sonrisa».

Recuerdo que por aquellos días me comentaron que Roland Barthes decía que,  cuando una persona se enfrenta a una de sus grandes obras, podrían ocurrir cambios importantes en su vida.

Días después de entregar el borrador final con las correcciones, vino la separación y a los días, la mudanza hacia el sur de la ciudad.

Fueron semanas muy díficiles. Inicié terapia psicológica y meses después acudí con una tanatóloga pues mi ex pareja falleció… Fue un invierno frío y triste.

Una buena amiga, me dijo que tarde o temprano iba a «florecer», que iba a volver a ser feliz, que debía seguir sonriendo. Y justo en esos días previos a la primavera llegó el libro impreso a mis manos.

Y con él, presentaciones en Torreón, Xalapa, Zacatecas, Saltillo y Yucatán, además de la presencia en otras ferias literarias en el país e incluso libros enviados a Estados Unidos. Ha sido un año de muchas cosas lindas. Recuerdo cuando llevé los primeros libros al servicio de paquetería, sentía mucha emoción, algo que a veces no me alcanzan las palabras para describir.

El libro ha tenido una respuesta maravillosa. Y no es que haga comercial pero sí, se ha movido bastante bien en el país y en las librerías. Agradezco siempre el generoso trabajo de Amonite, porque sin ellos nada de esto sería posible.

Hemos presentado el libro a jóvenes, adultos, pero también a los niños y adolescentes. Ha sido un reto mayúsculo.

He ido dominando el pánico escénico poco a poco. Ya no es como en la primaria que al dar la clase me conformaba con la que maestra me entendiera aunque mis compañeras no comprendieran del todo lo que decía. Ahora me he dado cuenta que sí puedo hacerme entender, que ya me siento más segura y que hasta he dicho algún que otro chistecillo.

De pronto me parece escuchar a lo lejos  a mis hermanas y amigos más cercanos decir: ¡ya quítenle el micrófono!…

La vida me ha dado muchos regalos en este año: en la primera presentación en Torreón estuvo mi familia completa además de familiares por el lado de mi papá. Esa fue una gran sorpresa.
Personas muy queridas han hecho el favor de hacer los comentarios a mi libro, se me hace el nudo en la garganta cuando los escucho. Gracias a cada uno de ustedes.

Nos han tratado muy bien en cada una de las ferias, pero ha habido lugares donde la calidez nos hace querer regresar otra vez como en Xalapa.

Amigos, compañeros de trabajo y colegas de otros medios se han sumado a la causa de la difusión del Sindrome de Moebius y eso hace que se me llene el corazón de orgullo.

Agradezco mucho a mi familia, amigos, a mi pequeña red de apoyo por estar en este proceso desde el principio y continuar a mi lado.

¿Qué si habrá otro libro? El tiempo lo dirá.