Por Astor Ledezma
Cuando Josefina Vázquez Mota fue electa candidata por el PAN, se llenó la boca al decir que sería la primera mujer en dirigir un país.
Argumentó que México está preparado para una mujer presidente, que espera recibir el voto femenino.
Habría que hacer algunas correcciones:
México está preparado (y exige) un candidato con buenas propuestas, con experiencia (entre otras aptitudes) independientemente de su género. Esto último no es privativo de la capacidad para gobernar un país
Si espera recibir el voto femenino, hay que decirle que espera en balde: Josefina, antes que feminista, es panista.
El hecho de ser mujer no significa conciencia de género, y esto lo vemos en su trabajo realizado.
Josefina ha mantenido un silencio penoso hacia los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Fiel a su partido, indiferente a la ideología feminista.
Con su venia, fueron aprobadas reformas que criminalizan a las mujeres por interrumpir su embarazo en 17 estados.
Las iniciativas presentadas cuando estuvo en la cámara de diputados (dos legislaturas en las que, por cierto, llegó por la vía plurinominal) nada tienen que ver con el beneficio al sector femenino, que ahora ensalza y quiere tomar como bandera de navegación.
No es una competencia de hombres contra mujeres, sino de propuestas, de un beneficio para los ciudadanos.
El voto duro femenino, aquel que busca un candidato que luche y defienda los derechos de las mujeres y la equidad de género, tendrá que esperar; no podrá encontrar en Josefina esa figura, pues está muy ocupada en cumplir con los mandatos de su partido, tan alejado del progreso, de la igualdad y los derechos humanos.
@ledezma_astor